EL tobo.....

—Nos vamos—escuché decir a Juan Carlos en voz alta.
—Papá…papá… espera…, deja recoger los juguetes—ví a Luis, buscando a su padre. Halándolo por la mano. Un poco desesperado.
En ese momento, comenzó el alboroto en la caja de juguetes, ya que se iba a salir de paseo y todos querían ir.
Estoy seguro, que voy pero en estos momentos. Siento incertidumbre con el viaje debido a la crisis de los juguetes que están dentro de la caja.
Veo la cara de Luis. Su mano la veo perderse entre juguetes, buscando uno en especial, que no logra conseguir. Todos levantamos las manos. Todos queremos salir de paseo. Pero, también sabemos que serán pocos los afortunados.
—Epale…. Luis, acá estoy—expresé empujando a otros juguetes que tenía encima.
—No se porque esta caja, está llena de juguetes inservibles—expresó Luis, mientras sacaba los juguetes que estaban dentro de la caja. Los juguetes caían de nuevo en la caja, unos tristes y otros llorando.
—Ayyyyyyyyyyy, no seas tan brusco— es lo único que pude expresar en medio del jalón que me ha dado Luis.
—Que felicidad, me espera la playa, un baño de arena y otro de agua, así que amigos envídienme— les dije a mis juguetes amigos que se quedaron en la caja, sobandome el brazo adolorido por el jalón.
Llegamos a la playa. Luis y sus hermanos salieron corriendo a internarse dentro del mar. Mientras, Juan Carlos y Lucía, cargaron el toldo, los refrescos, las sillas, la comida.
Me quedé con los demás juguetes dentro de una bolsa en la maleta del carro, estábamos un poco nerviosos; debido a que no nos tomaron en cuenta.
Al cabo rato, Luis abrió la maleta, me tomó por el asa y colocó dentro de mí, a una pala desagradable, a tolodrín, un muñequito que le faltaba un pie y una lanza. Salió con nosotros en veloz carrera, para jugar con la arena en la orilla de la playa.
Nos lanzó sobre la arena, y que felicidad sentí. Estaba cubierto de arena por todos lados.
—Me falta una piedra para ajustar a tolodrín—Le escuché decir. Lo veo seleccionando algo entre las piedras; cuando de repente, hace un movimiento brusco y suelta la piedra. Lo escucho gritar que hay un animal con tijeras escondido debajo de las piedras.
Me río escuchando el comentario de Luis, un animal con tijeras….jajajjajajjaj
Como estará la cara de Luis, asustado, llamando a su madre para que vaya a ver el animal que esta en las piedras.
Esa gente lo que hace es comer y comer y yo tomar sol en esta rica arena.
—Anda a ver, que el muchacho, esta gritando….por favor,
Escucho a Juan Carlos diciendo excusas para no prestarle ayuda a Luis.
—Como siempre la autoridad materna, no deja descansar. Ya voy— le escucho decir a Juan Carlos en medio del sueño que tengo.
—Papi…Papi…debajo de esa piedra se encuentra un animal, con tijeras.
—No hay nada…vistes, levantando la piedra y mostrando a Luis, que estaba equivocado.
—Ayyyyy!!!!! —gritó Juan Carlos.
Yo me despierto levanto la mirada hacia donde están padre e hijo y veo a Juan Carlos moviendo su mano derecha. Y veo la tijera del cangrejo pegado a uno de sus dedos.
— ¿Qué pasa?— preguntó la mamá de Luis.
Veo a Juan Carlos moviendo la mano vigorosamente. En ese momento, el cangrejo se suelta de la mano; lo veo que viene volando en dirección a mi.
—oh no!!. — grité en ese momento, ya que el cangrejo justo cayo dentro de mi.
—¿Quién eres— le pregunté a mi visitante.
—Manuel, el cangrejo cazador; estaba buscando guacucos y caracoles. Cuando, de repente, esa gente me agredió. Me defendí. Logre escapar y me metí en esta cueva buscando seguridad.
—Pero, Manuel. Escogiste el sitio menos adecuado, soy el tobo de Luis; no, una cueva; y me trajeron para distraer a Luis.
—Caramba, pensaba que me había escapado.
—Debes irte, ya que en este sitio no tienes seguridad.
El cangrejo trata de salir del tobo, pero no puede.
—Ayúdame, no puedo salir. Tus paredes son muy lisas.
—La única forma es que me de vuelta y tú debes hacer el esfuerzo.
—Pero debes ayudarme.
El cangrejo y yo hacemos esfuerzos para voltearme.
—Ayyyy — un puñado de arena me golpea y termino de voltearme. El cangrejo salió en veloz carrera, sin despedirse, en busca de las piedras para refugiarse.
Veo la cara arrugada de Juan Carlos expresando dolor.
Lucia lo conmina a visitar al médico en ese momento, y Juan Carlos aprueba.
Recogen los corotos apresuradamente. Arrancan la camioneta y se dirigen al consultorio del médico a chequear la herida de Juan Carlos.
Seis de la tarde en la playa. La marea sube y comienzan a mecerse sobre las olas, los diversos objetos dejados por los temporadistas. Entre ellos, estoy yo, un tobo de color azul verdoso; llorando. A la espera de que un niño, me tome y me adopte como uno de sus juguetes.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Cuento ideal para los niños que vivien cercanos a las playas como las de Falcón y especialmente las de Paraguaná. Qué bueno sería una fiesta de tobos abandonados, os aseguro que habría más de un par de invitados y que tendrían muchas cosas de que hablar y compartir!
Felicidades Ramón desde Punto Fijo

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