Odio leer

El salón de clases está alborotado y hay mucho ruido, faltan diez minutos para las doce, hora de salida de clases. Mónica, mi maestra nos manda a callar y exige que le prestemos atención para terminar las actividades del día. Finaliza el dictado y antes de despedirse nos recuerda que el interrogatorio de mañana se basará en la vida de Francisco de Miranda que está en la página 48 del libro y nos repite <<>>.
Suena el ansiado timbre, salimos en veloz carrera de los salones de clase. En las afueras busco a Rosa, la vendedora de helados, compro uno, juego con mis compañeros mientras este se derrite en mi mano y luego, emprendo la caminata de regreso a casa.
Toco el timbre. Carmen, mi madre abre la puerta, me saluda, me abraza y dándome un beso en mi sudada frente, me manda cariñosamente a bañar. Me pide el bulto y busca el cuaderno de mis deberes escolares para leer mis asignaciones. Mientras tanto, voy a mi cuarto. Busco ropa limpia. Tomo una ducha para refrescarme del agobiante calor.
Mi madre aprovecha el momento para leer con detenimiento las tareas del día, observa que debemos leer la vida de Francisco de Miranda. Busca el libro, y deja abierto el libro en la página 48 y lo coloca para que no sea tan dura la lucha entre la lectura y el lector, sabe que no me gusta leer.
Al salir del baño escucho el rugir de las motos en la calle, me asomo por la ventana y veo con alegría a pedro, dándose una vuelta en la moto de los hermanos Pedrique, nuestros vecinos.
La cara de Pedro irradia felicidad. Como deseo estar montado sobre la moto, aunque sea de parrillero. Mi madre me llama la atención, debido a que no estoy almorzando en la mesa. Recordándome que debo terminar de comer, tomar el reposo, y luego realizar mis deberes escolares.
Le solicitó un permiso para ir a la calle a conversar con mis amigos una vez cumplidas mis asignaciones. Se voltea y me dice, con palabras que parecen perderse entre sus dientes, <>.
No quiere ver a sus hijos montados en una moto, mucho menos parados en la esquina sin hacer nada. Así, que me olvide de eso.
Me siento mal anímicamente, pienso en responderle. No me salen palabras, tengo un nudo en la garganta.
Los Pedrique siempre tienen dinero, nos brindan chucherías y refrescos y no leen; creo que no saben ni leer, y mi madre al igual que mi maestra están empeñadas en que lea un libro que no deja nada.
Pasan dos horas, finalizo mis tareas y ahora, debo comenzar a leer. Lágrimas corren por mis mejillas. Leer, francamente leer, como puedo apreciar leer, no le veo nada agradable. Sabroso, es estar con mi grupo de amigos conversando, echando broma, viendo a las muchachas, aprendiendo de los Pedrique, esos si saben como se lleva la vida delante. Pero leer, cosa tan aburrida y tan fastidiosa. Y además, conocer la vida de ese señor Miranda, francamente ni me interesa como vivió su vida y como murió. Las motos rugen, y rugen…yo en este momento lloro.
Como odio leer.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Susto: Que diría Francisco de Miranda, hoy en su 261 aniversario: Cómo odio que no me puedan leer¡

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