Aglo
Aglo.
¿Donde
estará mi carrito de bomberos azul?. Porque será que todos los días me faltan
juguetes. Siempre me falta el que estoy buscando. Ayer no encontré mi torre de
mecánica. El otro día, mi pastor azul. Ayer, mi trapito verde.
Triste me acosté a dormir y comencé a pensar. Meditando me
pregunte ¿Por qué se pierden mis juguetes?.
Al rato de estar dormido y en
medio de mi sueño, siento ruidos debajo de la cama. Doy vuelta y sigo durmiendo
pero el ruido que existe debajo de mi cama no me deja dormir.
Me asomé y sorpresa. No creo,
lo que estoy viendo: En uno de mis camiones de trabajo están dos personajes conversando y esta siendo manejada por un rufián, muy
pequeño. Dios, y las manos….si sus
manos, tienen cuatro dedos. Increíble.
No puede ser.
Auxilio!!!!!!!!!!!!!!!, es lo
único que atine a gritar.
Mi madre entró velozmente
preguntándome que me pasa. Me levanta del piso y me acuesta. Le señalo que vea
lo que ocurre debajo de mi cama.
Hijo, pero como sudas. Fueron
las últimas palabras que escuché antes de quedar profundamente dormido o
desmayado. Nunca lo supe.
Al rato, cuando volví en sí.
Estaba rodeado por mis padres y mi hermano Raúl. Les conté lo que había visto.
Mi padre escuchó atentamente y moviendo la cabeza dijo: “Tenemos que llevar a
este niño al médico, la fiebre le hizo ver pesadillas”.
Le dije a mi padre que era
cierto lo que había visto. Me respondió: “esta bien hijo, pero necesito
llevarte al médico para que te haga un chequeo general”. El médico me examinó
al día siguiente y le dijo a mi padre que estaba bien. Debemos hacerle un
seguimiento para ver que originó la fiebre que presentó anoche.
Llegó la noche. Antes de
acostarme, me asome para ver que había
debajo de mi cama. Saqué todos los juguetes y los coloque dentro de una
caja. Asegure la caja con una cuerda y me acosté. Estaba dormido, cuando
comencé a escuchar una sirena y comencé a gritar, aparece mi padre y me levanta
en sus brazos dándome protección. Me pregunta: ¿Qué pasa Hijo?. Le digo, la
sirena me despertó, me responde, esa sirena es la patrulla que esta circulando
por la calle. Me asoma a la ventana y en efecto, una patrulla circulaba por la
avenida haciendo titilar su sirena.
Me acostó en la cama. Me
arropó. Apagando la luz me dijo “Duerme tranquilo”. Cinco minutos después, el
mismo rufián de cuatro dedos que había visto el día anterior, mueve mi cuerpo y
pone sus dedos sobre mis hombros y me dice: Me llamo: Aglo. No te preocupes, si
quieres puedes jugar con nosotros. A esta hora, es que podemos jugar. No te asustes,
no te haremos daño. Al levantar, mi cobija veo a un sinfín de muñequitos
parecidos a Aglo, que en ese momento se
divertían con mis juguetes que habían sacado de mi caja asegurada.
Los observe, unos minutos en
sus juegos. Al rato, estaba compartiendo con nuevos amigos la actividad mas
linda que tengo: jugar con mis juguetes
con amigos nuevos.
Comentarios